Este informe, editado por Crue Universidades Españolas y dirigido por Juan Hernández Armenteros (Universidad de Jaén) y José Antonio Pérez (Universitat Politècnica de València), se basa en más de un millón de datos, facilitados por 48 universidades públicas y 19 privadas y cuenta con el respaldo del Santander a través de Santander Universidades.

El pasado 5 de febrero la UVa acudió a la presentación del informe CRUE que recoge numerosos indicadores y análisis de la situación actual de la universidad española con su ya vigésimo informe La Universidad Española en Cifras. El informe aborda ocho cuestiones relevantes:

  1. ¿Hay demasiados universitarios y demasiadas universidades?
  2. ¿Hay igualdad de oportunidades para el acceso y la progresión en la educación universitaria?
  3. Balance STEM ¿es posible incentivar la entrada y reducir las salidas sin graduación?
  4. ¿Hay bajo rendimiento académico y elevada tasa de abandono en los estudiantes universitarios españoles?
  5. ¿Es satisfactoria la empleabilidad y la renta de los egresados universitarios del sistema universitario español?
  6. ¿Hay un descenso de la calidad de la investigación universitaria y una deficiente posición en los rankings internacionales para el gasto en I+D del país?
  7. ¿Contribuye la universidad adecuadamente a la transferencia de conocimiento y a la mejora de la competitividad y la innovación?
  8. ¿Cuáles son las condiciones para el desempeño de la actividad del sistema universitario en España?

Basándose en los datos analizados, se obtienen algunas respuestas a dichas cuestiones:

En relación a la primera cuestión, España no ocupa un lugar destacado en el nivel de formación de su población o de su población joven, su posición está muy próxima a la media de los países desarrollados, precisamente entre la media de la OCDE y la media de la UE-23. Es decir, una situación de absoluta normalidad, que no se ha modificado en el transcurso de una década (2008- 2018). Además, España tiene un 23,6% de estudiantes universitarios de grado, máster y doctorado (en la población entre 18 y 29 años de edad) por el 23,2% de la UE-23, la proporción de estudiantes universitarios es un 0,4% superior a la de la UE-23 y un 1,2% superior a la media de la OCDE. En España, aunque la preferencia de los jóvenes por cursar estudios universitarios ha crecido 8,2 puntos porcentuales, no sobran, ni estudiantes universitarios, ni titulados universitarios. En 2008, las universidades públicas atraían el 21,7% de la población de 18 a 27 años y en 2017 esa atracción ha crecido hasta el 26,6 %. En 2008, sólo el 2,6 % de la población entre 18 y 27 años elegía las universidades privadas, mientras que 2017 ya elegía este tipo de universidades el 5,9 % de esa población. En su esfuerzo por captar demanda, universidades públicas y privadas han incrementado su oferta de titulaciones casi un 20% por encima de la variación de su demanda, lo que puede haber reducido su eficiencia, al disminuir el tamaño medio de estudiantes por titulación.

En relación a la segunda cuestión, España se encuentra en los parámetros de los grandes países desarrollados de universidades por habitante y ocupa la tercera posición mundial, sólo por detrás de Australia y Reino Unido, en la accesibilidad de su población a una universidad clasificada en el TOP 1000 de ARWU 2019. En España hay una universidad pública por cada 24.000 estudiantes universitarios potenciales y una universidad pública o privada por cada 15.500 estudiantes universitarios potenciales, lo que garantiza la accesibilidad a los servicios de educación universitaria de la población joven española.

En relación a la tercera cuestión, las titulaciones de la rama de Ingeniería, en su conjunto han experimentado una disminución del 15,7% de 2013 a 2017, con retrocesos que superan el 60% para la Ingeniería Civil. Ni la estrechez, ni la lejanía de la oferta de las enseñanzas STEM son la causa explicativa de la atonía que viene observándose en su demanda. Es necesario promover la opción de los estudiantes pre universitarios de orientación a las ciencias, mejorar la orientación académica del acceso a la universidad y promocionar la opción STEM, divulgando eficazmente, sobre todo entre las mujeres, sus niveles de inserción profesional y acceso a mejores rentas futuras.

En relación a la cuarta cuestión, el rendimiento académico del Sistema Universitario Español resulta equiparable e incluso mejor que el del resto de los sistemas universitarios de los países desarrollados, situándose sólo por detrás de cinco países, de los 22 analizados: Reino Unido, Irlanda, Israel, Japón y Corea del Sur. Por otro lado, la mejoría experimentada en el rendimiento académico de los alumnos de enseñanzas de grado de las universidades públicas presenciales supone el cambio más notorio de los registrados en el SUE en la última década, tanto por su extensión como por su intensidad. El fracaso académico universitario no es homogéneo, ni por estudio ni por universidad, con lo que lo aconsejable sería singularizar las actuaciones que puedan implementarse desde las instituciones para reducir las consecuencias académicas y económicas del abandono. En las universidades públicas, es notorio el déficit de recursos dedicados a conocer la dimensión y extensión del fracaso universitario. El coste estimado del abandono global de los alumnos de la cohorte 2013/2014 matriculados en enseñanzas de grado ofertadas por el SUE, sería de 399,1 millones de euros. Cantidad, sin duda muy importante, aunque lejana de otros cálculos que la situaban en valores superiores a los 900 millones de euros y que las universidades deben intentar reducir a mínimos con la mayor exigencia posible.

En relación a la quinta cuestión, a partir de 2014, con el inicio de la recuperación, y en el periodo 2015 a 2019, se han creado un total de 2.016,3 miles de empleos, de los que 1.134,9 han sido puestos de trabajo con requisitos de formación superior, el 56% del total. Es decir, la universidad, no solo no es  una fábrica de parados, sino que durante toda la crisis y desde luego durante la reciente recuperación, ha sido el principal vector de creación de empleo y de reducción del paro, lo que no excluye que tal empleabilidad tenga desajustes que deben ser atendidos. La insatisfacción de los empleadores con las capacidades y habilidades de los egresados universitarios se concentran en características instrumentales, sociales, cognitivas y motivacionales, que requieren un cambio de los contenido y métodos educativos de las  universidades, pero que –sobre todo- dependen de aplicar reformas en la totalidad de los niveles del sistema educativo y del fomento de valores en el entorno educativo familiar.

En relación a la sexta cuestión, las universidades españolas desarrollan su actividad científica en un entorno de gasto en I+D que está en la mitad y la cuarta parte de los países que sitúan a sus universidades en el TOP 200 de los rankings internacionales de referencia. Difícilmente podría situar más universidades en el TOP 200 de ARWU. Sin embargo la calidad media de nuestras universidades es excelente, 38 de ellas se sitúan el TOP 1000 mundial.

En relación a la séptima cuestión, la proporción de financiación de su gasto en I+D por las empresas, supera el de otros países con un gasto total en I+D y un gasto en I+D de las empresas similar.

En relación a la octava cuestión, la educación superior española, era en 2017 un 16% más barata en términos de gasto sobre PIB que hace 8 años (2009), e incluso, que hace 22 años (1995), y el presupuesto gastaba en I+D un 15% menos de lo que gastaba en 2009, en términos de gasto sobre PIB. En conclusión, las universidades públicas eran en 2017 fiscalmente un 15% más baratas que hace diez años.

Para quien desee profundizar en estos aspectos, se incluyen a continuación:

Está disponible en YouTube la playlist del evento:

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