El último Informe CYD 2024, presentado recientemente, analiza las tendencias del mercado laboral en España y su relación con la formación universitaria, revelando importantes desafíos para mejorar la inserción profesional de los graduados. Este estudio pone de manifiesto el desajuste entre la oferta académica, las cualificaciones de los titulados y las demandas reales de empleo de alta cualificación, destacando varios puntos clave.
España lidera en la Unión Europea en sobre cualificación laboral, con un 35,8% de graduados universitarios ocupando puestos de baja cualificación en 2023, frente a un 21,9% de media europea. Aunque este índice ha mostrado una leve mejora en la última década, la estructura productiva española todavía no genera suficientes empleos de alta cualificación para absorber a sus graduados. Además, existe un desajuste entre los conocimientos adquiridos y las competencias que demandan las empresas, lo que afecta especialmente a las mujeres, quienes presentan una mayor tasa de sobre cualificación.
El informe destaca también las diferencias en la inserción laboral según el área de estudio. Campos como la informática, las ingenierías y la salud ofrecen los mejores indicadores, con mayores tasas de empleo a tiempo completo, contratos indefinidos y salarios superiores. En contraste, disciplinas como artes, humanidades y educación muestran menores niveles de inserción laboral, a pesar de ser áreas donde las matriculaciones han crecido significativamente en los últimos años.
En el análisis de los recién graduados, el informe revela que el 75,6% de los egresados de grado en 2018 estaba trabajando en 2022, pero persisten brechas salariales y de estabilidad laboral entre hombres y mujeres. Además, los titulados de máster presentan mejores resultados de empleo y salarios que los de grado, lo que subraya la importancia de continuar con estudios avanzados para mejorar las perspectivas laborales.
Por otro lado, la formación permanente aparece como una herramienta clave para adaptar las competencias de los trabajadores a las necesidades cambiantes del mercado. En España, el 49,2% de la población adulta participa en actividades formativas, superando la media de la UE, aunque con obstáculos como los costes o la conciliación familiar, que afectan especialmente a las mujeres.
Desde la Fundación CYD, se insiste en la necesidad de proporcionar a los futuros universitarios información detallada sobre la inserción laboral según los estudios elegidos, para que puedan tomar decisiones formativas más alineadas con el mercado laboral. Además, se hace un llamado a reforzar la conexión entre el sistema educativo y el tejido productivo del país, impulsando políticas que fomenten la creación de empleos de alta cualificación y reduzcan los desajustes existentes.